24 AL 26 DE OCTUBRE DE 2014
HOTEL SOL DE ORO | LIMA, PERÚ
VIII JORNADAS DE LA NEL
EVA-LILITH
N° 15 | 22 de Agosto de 2014
Boletín de las VIII Jornadas de la NEL

El padre y el cuerpo en la neurosis
María Hortensia Cárdenas

El neurótico se amolda y se habitúa a su síntoma para poder vivir sin mayor incomodidad aunque sufra y se lamente. Resulta paradójico pero él es feliz con su síntoma. Hasta que llegue el momento en que, a causa de una contingencia, le resulte insoportable, ocasión en la que podrá demandar ayuda.[1]

El neurótico está dedicado a responder y a entregarse a la exigencia superyoica del goce. Las ficciones alrededor de las cuales se ha identificado y se ha hecho un ser se sostienen en la creencia de la verdad y en el Nombre del Padre que es garante del deseo y del ser.

Pero podemos preguntarnos si la neurosis nos sigue enseñando sobre un modo de relacionarse con el síntoma y el Edipo; si el padre sirve aún hoy como un recurso para resolver el goce por el sentido, como antes, cuando el síntoma parecía hablar de un sentido fálico dado al goce, de un sentido construido vía la metáfora paterna.

El síntoma freudiano, partiendo de la histeria y sus diferentes modalidades neuróticas que incluyen al obsesivo,[2] nos enseñó que el síntoma comporta un sentido sexual, que el cuerpo habla por efecto del lenguaje sobre el cuerpo. El sentido del síntoma giraba alrededor del padre. En el síntoma histérico: organizado alrededor del amor al padre y a la identificación a su síntoma. En la neurosis obsesiva: el amor al padre convertido en odio produce el drama del obsesivo y verifica la agresividad edípica del sujeto.

La neurosis se presenta hoy más vinculada a una satisfacción directa, a un goce desregulado en el que los cuerpos hablan pero sin articularse al inconsciente, sin mayor afán por descifrar el sentido del síntoma. Los síntomas se presentan anclados más en lo real, a un rasgo que se repite y no dice nada a nadie, solo dan cuenta de un modo de satisfacción. Por eso el abordaje de la neurosis se topa con una barrera cuando se intenta limitarlo por el Edipo y el padre. La lectura edípica no puede dar cuenta de la sexualidad.

La producción de la neurosis en el análisis –enseña Lacan en el Seminario 19–, "solo es alcanzable en la medida en que la acción de los padres se articula justamente por la posición del analista".[3] Hacer surgir los significantes primordiales es la operación analítica. Solo así se puede constituir en la operación analítica un modelo de la neurosis que podría acabar con la reproducción vana del goce.

El cuerpo parece hablar de un goce por fuera del sentido, que excede al falo, más próximo a un efecto de lalengua sobre el cuerpo. La práctica psicoanalítica estará menos orientada por el sentido –no basta con la palabra del sujeto–. Lacan dirá que el sentido es flojo, hace de tapón y no llega lejos.[4] Se trataría de un forzamiento para hacer sonar otra cosa que el sentido al dejarnos guiar más por la forma de satisfacción del cuerpo como soporte del goce. La intervención analítica apuntaría más a "eso que se goza". Pero sin que esto implique que no se pase por las ficciones y el fantasma haciendo un cortocircuito. Es un recorrido que se inicia por el sentido para alcanzar lo real. Nos servimos del padre a condición de prescindir de él.

La práctica psicoanalítica orientada por lo real a partir del No hay relación sexual y Hay de lo Uno, de un goce singular que se revela como puro acontecimiento de cuerpo para todo ser hablante, será abordada por el lado del goce femenino, indecible e imposible, para arribar así al estatuto del goce singular que queda opaco al sentido y que constituye el pivote irreductible de un análisis.

Notas:

  • Miller, J.-A., Piezas sueltas, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 48.
  • Ibíd., p. 75.
  • Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 149-150.
  • Lacan, J., Seminario 24, "L'insu que sait de l'une-bévue s'aile à mourre", clase del 19 de abril de 1977, inédito.

Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith

  • Raquel Cors Ulloa
  • María Hortensia Cárdenas
  • José Fernando Velásquez

NEL - Nueva Escuela Lacaniana