24 AL 26 DE OCTUBRE DE 2014
HOTEL SOL DE ORO | LIMA, PERÚ
VIII JORNADAS DE LA NEL
EVA-LILITH
N° 21 | 5 de Septiembre de 2014
Boletín de las VIII Jornadas de la NEL

Respuestas a Eva-Lilith
Cecilia Gasbarro

Eva-Lilith.: En este momento de nuestra elaboración sobre la clínica psicoanalítica donde nombramos lo femenino como el pivote de la experiencia, ¿Cómo ubicar aquello que se afirmaba en Freud y en Lacan, sobre la primacía del falo?
Cecilia Gasbarro.: La primacía del falo conserva, para mí, toda su vigencia en la doctrina del psicoanálisis lacaniano, justamente para poder ubicar al goce femenino como un más allá del falo. Enunciada y elaborada por Freud, luego seguida por Lacan desde "La significación del falo" hasta el armado de sus fórmulas de la sexuación, esta noción no plantea ninguna preferencia o supremacía (significación a la que podría deslizarse dada la acepción común del término "primacía"). Por el contrario, responde al hecho de que el falo es el único operador a partir del cual hay que armar dos posiciones sexuadas. Paradoja que se produce por la inexistencia de la relación sexual, una de cuyas consecuencias puede enunciarse como la ausencia de un significante que dé cuenta de una inscripción de lo femenino como tal. Si la elaboración freudiana era proclive al deslizamiento hacia una supuesta primacía del pene, Lacan -desde los inicios de su indagación respecto del falo y la sexuación- se esforzó en demostrar la diferencia entre el órgano masculino y el falo: como significante primero, como letra que deviene función después. Me disculpo por la enorme reducción de esta última frase, porque implica saltearse muchos pasos en la indagación de quince años de enseñanza de Lacan, pero mi interés es resaltar que el corazón de la llamada "primacía del falo" habita en las fórmulas escritas en el comienzo de su última enseñanza. No podemos prescindir de ellas. No conviene además, si no queremos que "lo femenino" advenga como un inefable idealizado o denostado, pero imposible de cernir siquiera en sus bordes.

Eva-Lilith.: El psicoanálisis, como dice en algún lugar Miller, ha inventado tal vez otro goce, el goce puro de la palabra, y recomienda que el analista esté alejado del goce que podría resultar para él mismo de esa posición. ¿Cómo se hace el giro desde ese otro goce puro de la palabra al goce donde el significante no comunica, sino que solo nombra?
C.G.: Es cierto que es aconsejable que el analista se mantenga advertido del efecto cautivante del sentido, del religare que no lo diferencia de la religión, o de la estafa. Para ello cuenta con su análisis –que es preciso que lleve lo más lejos posible- la práctica del control y la formación epistémica. ¿Cómo se hace el giro...? No me parece que haya fórmulas transmisibles integralmente para eso. Podría decir algo más amplio: cómo emplear el equívoco para hacer resonar en una interpretación aquello que se enraizó en el cuerpo a partir del traumatismo de lalangue –que inscribió algo en el mismo lugar en que hizo agujero (trou-matisme). Hay que ir caso por caso, como ya es canónico decir entre nosotros. Se pueden encontrar ejemplos preciosos en muchos testimonios de pase, especialmente hacia el final del análisis. El que tengo más a mano en este momento es el mío, se los paso.

Se trata de un sueño poco antes del final del análisis: -Veo que una de mis hijas atraviesa la calle corriendo, y es atropellada por un camión; su cuerpo cae. La asisto desesperada y veo, en la parte posterior de su cuello, el relieve producido por la marca del camión (el logo de Mercedes Benz). Al contarlo en análisis, la interpretación aísla: "Es la marca en el cuerpo. ¿Por qué te pone tan nerviosa?"

Se ve bien aquí que es por la vía de la equivocación del significante marca que opera la interpretación, al mismo tiempo que nombra un "es eso". Son las dos vertientes; una alude directamente a la marca; la otra le quita peso con su resonancia equívoca. Las dos –no una sin la otra- producen un barrido de los múltiples sentidos que había despertado el sueño antes de su relato en análisis.

Eva-Lilith.: Tal vez los hombres estén más cautivos de los semblantes que las mujeres al estar ellos más necesitados de velarlas y, a su vez, al estar ellas más próximas a lo real. ¿Cómo se manifiesta esto en la clínica contemporánea?
C.G.: Es una pregunta muy interesante, porque obliga a reflexionar si cabe sostener aún esta diferencia o más bien verificar que vacila cada vez más, sobre todo en lo que hace a la relación de ellos con el "hacer de hombre", semblante que les permite entrar en la comedia sexual. En el Seminario 18 (pág. 31 y 32 de la edición castellana) Lacan plantea que, a veces, se produce un efecto que perfora el semblante y produce un pasaje al acto; el ejemplo que evoca es violar a una mujer (¡o inversamente! agrega de manera enigmática, pero que sugiere que podría suceder al revés. Dejaremos esto para otra indagación). Violar a una mujer, golpearla, matarla, ha llegado a una escalada tal que se impone el feminicidio como figura jurídica, para intentar nombrar y legislar respecto de un síntoma social en ascenso. Eric Laurent ha aludido varias veces a esto para ejemplificar qué implica que el hombre se haga estrago de una mujer. Es un más allá del semblante, sin duda. Sin llegar a tales extremos, la clínica cotidiana nos hace escuchar las quejas de las mujeres respecto de la renuencia de los hombres a encarnar un semblante que les permita a ellas armar el discurso histérico clásico. ¡Es el revés de la queja histérica que conocíamos! En todo caso, no se puede sino decir que a una mujer le resulta muy difícil, en la actualidad, que su Otro goce surja tomando como referencia al portador del falo, para ir más allá de él en tanto suplemento, Otra para sí misma. Es difícil que pueda ejercer eso si tiene que ocuparse de asumir los de él, que no le conciernen, pero sin los cuales no hay cómo entrar en el mundo.

He aquí entonces una pregunta que se impone en la clínica contemporánea. ¿Cómo hace entrar una mujer su Otro goce en el mundo? Es, entre otras, una indagación que, con un grupo de colegas, hemos puesto al trabajo –en la EOL- en un ciclo de noches clínicas llamadas "De la histeria sin Nombre del Padre", por segundo año consecutivo.

Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith

  • Raquel Cors Ulloa
  • María Hortensia Cárdenas
  • José Fernando Velásquez

NEL - Nueva Escuela Lacaniana