Comentario a una cita de Jacques-Alain Miller
Mónica Febres-Cordero de Espinel
"La mujer hace objeción a Hegel.
La mujer se rehúsa al juego malabar de la dialéctica,
se rehúsa a entrar en razones".
Miller, J.-A., El ser y el Uno, inédito. Clase V, 2 de marzo de 2011
En "La significación del falo"[1] Lacan establece la primacía del significante y señala sus efectos en la pasión por la que lo significable se convierte en significado. Lo significable está ahí, potencialmente, en espera que advenga la significación. La vía del falo establece el predominio de lo simbólico, y los poderes del lenguaje crean la oposición entre significante y significado. Así mismo, la institución del sujeto como efecto de significación se articula a la noción del Otro y al campo del deseo. Es un proceso que da cuenta del sentido y del desciframiento por la palabra. Lacan utiliza el concepto hegeliano de la aufhebung para indicar este funcionamiento. Aufhebung, relevamiento, que implica que lo significable al mismo tiempo se posterga y se conserva y en donde el falo resulta ser el significante de "esta aufhebung semántica". [2]
En la última enseñanza de Lacan predomina la problemática del goce sobre la del deseo y el goce femenino le permite "ir más allá del campo que él mismo había abierto".[3] Porque ya no se trata del goce edípico, sino de un goce que escapa a la castración y a las leyes del significante. En este punto, explica Miller, la primera construcción lacaniana, inscrita en el pensamiento de Freud, Hegel y Saussure, vacila. Porque hay una porción del goce femenino que escapa a la lógica de la aufhebung, y es ahí donde la mujer objeta a Hegel y a la dialéctica.
Sin embargo, más allá de la sin razón que pareciera ser de la mujer en algunos aspectos, Lacan despeja que el más allá del Edipo no la concierne a ella solamente, sino a todo ser hablante. Miller extiende las consecuencias a los finales de análisis: es lo que queda fuera del Nombre del Padre. Lo encuentra en el acontecimiento de cuerpo como aquello que no entra en la dialéctica del significante y del proceso de rechazo y aceptación del goce, tal como lo implica la castración simbólica. Ahora, se trata de un goce positivado, de un cuerpo que se goza más allá de la prohibición. Ya no se articula a la dialéctica del deseo y es objeto de fijación. Porción de goce que, la feminidad lo muestra, resiste a la aufhebung.
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