24 AL 26 DE OCTUBRE DE 2014
HOTEL SOL DE ORO | LIMA, PERÚ
VIII JORNADAS DE LA NEL
TEXTOS DE ORIENTACIÓN
Estrategia y posición femenina *
Graciela Brodsky

Graciela BrodskyLa estrategia de la mascarada implica ser lo que el hombre desea. No es una estrategia del tener, es una estrategia del ser. Y hay dos maneras de responder a esto que corresponde en realidad a dos momentos de la enseñanza de Lacan, según cómo se responda a qué es lo que el hombre desea pero que se puede ubicar también en las fórmulas de la sexuación, no como dos momentos de la enseñanza de Lacan sino como dos variantes de la posición masculina. Si lo que el hombre desea es el falo –lo tienen escrito acá– la estrategia de la mascarada es decir al hombre: "aquí me tienes, soy el falo". No es decir "lo tengo", que haría que el tipo se salga corriendo; es: "lo soy, mira qué falo tan brillante" y ubica ahí todo el adorno femenino. Es toda una estrategia a partir de "no lo tengo". No es una estrategia a partir de "lo tengo". La estrategia a partir de "lo tengo" es la del primer tiempo. La estrategia de la mascarada es "no lo tengo". Sobre la base de "no lo tengo", miren lo que puedo hacer con lo que "no tengo". Es la famosa niña fálica que hablaba en su momento Jones, pero nunca bajo la forma del tener. Si vamos a la forma del tener no estamos en el registro de la mascarada, estamos exactamente en el registro de soy, "soy lo que tú deseas" y puesto que el objeto que se desea es el falo, "soy el falo". Y dice el hombre lo tiene, la mujer lo es, se viste de falo.

Miller hace todo un comentario precioso sobre la bella carnicera. Dice: imagínensela, qué es lo que el carnicero quiere, es el salmón. Ahora imaginemos que la bella carnicera entra con un hermoso vestido color salmón. Es eso: ¿quieres salmón?, acá me tienes. No es exactamente lo mismo que venir –dice Miller– con un broche salmón para dar la diferencia entre ser el falo o tener. Dice eso: quieres salmón, soy salmón, vestida de salmón. Es precioso ese comentario que hace Miller que se llama "El trío de mélo", que en francés quiere decir telenovela, melodrama.

Otra manera de pensar la estrategia de la mascarada es no jugarse tanto del lado soy el falo, jugarse, más bien, del lado soy el objeto, soy el objeto a. Son dos maneras de jugar el juego de la mascarada. "Soy tu nuca", ¿quieres la nuca?, acá me tienes. Es decir, es la posición, no de venir vestida de salmón, sino la posición en donde la mujer consiente ser ese objeto del fantasma masculino: úsame como objeto.

Está más bien de este lado, es la mujer ubicada acá. Por eso digo que es una de las variantes de la conexión de la mujer con a. Es decir, ubicarse acá, soy el objeto de tu fantasma. Eso no habla nada de su propio goce pero habla de cómo obtiene el falo gracias a ubicarse como objeto de fantasma del hombre. Porque finalmente lo que está en juego en toda esta estrategia es cómo procurarse el falo.

Todo esto es así: cómo procurarse el falo que no lo tengo, que no lo soy y que quien lo tiene es el hombre. Es toda una estrategia referida al hombre. La mascarada tanto por la vía de soy el falo como por la vía de "soy tu nuca", para tomar la referencia, cualquiera de las dos es: OK, juego el juego, ¿quieres eso?, acá lo tienes. La pregunta es, qué obtiene ella, qué obtiene ella con esto, como es una estrategia que incluye esta flecha que le permite a la mujer obtener algo del falo, tiene que ir a buscarlo del otro lado. Es toda una estrategia respecto del otro sexo.

Se ve cómo la estrategia femenina de ser o tener, no de tener porque cuando tiene no tiene nada, quiere buscar del otro lado. Es decir, en la posición del tener, si lo tiene ella el otro no lo tiene. La posición de serlo, ya sea bajo la forma falo, ya sea bajo la forma objeto causa es una estrategia para conseguir del lado del hombre.

Es decir que funciona, tiene sentido en tanto el órgano funcione como fetiche para ella. Puede no tener eso, puede ser la posición de algunas figuras del cine, de algunas sex symbol cuya función es pescar. En Caracas Luis Solano describió exactamente la posición de Marilyn Monroe acerca de cómo sabía perfectamente ubicarse ya sea del lado de ser el falo de los hombres o ser el objeto de los hombres, siendo que a ella no le interesaba absolutamente nada. No había ninguna estrategia para conseguir algo. La satisfacción era el ejercicio propio de ser la causa del deseo para el otro sin que eso volviera sobre sí a nivel de ninguna ganancia fálica. No va de la mano una cosa con la otra, puede agotarse en el propio ejercicio de suscitar el deseo del otro y bastar eso para la posición femenina que no está tan loca por el falo.

Como ven es una sumatoria de estrategias, todas respecto del falo. Traigo lo de la mascarada, que permite ver bien el pasaje de la posición femenina del lado del tener a la posición femenina del lado del ser. Para darles alguna idea de cómo Lacan ubica la posición femenina, propiamente femenina –a la altura de las fórmulas de la sexuación– la ubica ni del lado del tener ni del lado del ser porque, como vieron, tener y ser son siempre estrategias vinculadas al falo.

Cuando Lacan trata de ubicar qué es lo propiamente femenino precisa que para pensar la posición femenina por excelencia, hay que pensar una posición totalmente desinteresada en el tener; también en el ser porque el ser es para tener. Es en esta dirección de ubicar qué es la posición femenina por excelencia que recurre a algunos ejemplos que toma normalmente de la literatura. Menciono a los tres que tuvieron su época de fama y que seguramente ustedes conocen. Es la posición de Medea; la posición de Madeleine Gide –la mujer de André Gide–; y la mención a "La mujer pobre" de León Bloy. Lacan las considera ejemplos de lo que llama en su momento la verdadera mujer.

¿Qué es una verdadera mujer? Cuando Lacan describe una verdadera mujer es mejor sacar un seguro de vida porque no tiene nada de encantadora. Es la ferocidad de la posición del no tener. Medea –no voy a contarles toda la tragedia de Medea– pero saben que Medea tiene un marido que es Jasón por el cual deja a su padre para seguirlo. Tiene hijos con Jasón y finalmente se instalan en una ciudad y Jasón está programando su casamiento con la hija del rey de esa ciudad; se va a casar con otra. Medea se entera –suele suceder– y le reprocha. Él le dice que no tiene nada que ver con ella, que de esta manera los hijos de ambos van a ser reyes, que hace esto para los hijos que son lo más valioso que tienen entre ellos dos, y que con esta vuelta van a acceder al reinado.

Medea está ante la evidencia de que el hombre se va a casar con otra, que sus hijos van a ser reyes, y toda la obra es la decisión que tiene que tomar Medea de qué hacer con este hombre que la traiciona. Va pensando cuál es la verdadera venganza. Conocen cuál es la verdadera venganza: mata a sus hijos. No lo mata a él, mata a los hijos, le desbarata el plan completo yendo directo a acabar con lo más valioso y dice "pobre Jasón". Cuando dice pobre Jasón es casi una advertencia a todos los hombres: pobres hombres, no saben que pueden tener una Medea al lado.

Ubica esto no en el plano de ir contra el hombre, sino en esta posición feroz, loca, donde una mujer puede privarse de lo más valioso, puede despojarse de todo lo que vale en el registro del tener. Hay una referencia en "Televisión" donde Lacan dice uno nunca se imagina lo que están dispuestas a entregar, los sacrificios que son capaces de dar por un hombre. No es exactamente así la frase, pero no tengo el libro adelante.[1]

El caso de Madeleine Gide es más o menos equivalente. No es una tragedia es biográfico. Saben que Gide tenía a Madeleine su mujer, con la cual tenía una relación muy casta. La práctica erótica, la práctica sexual de Gide consistía en masturbaciones con jovencitos, prácticamente con niños. Una práctica totalmente clandestina que no tocaba para nada su amor por Madeleine; eran dos cosas que corrían por carriles bien distintos. Él tiene una correspondencia amorosa con Madeleine; hay cartas de él a Madeleine que ella guarda celosamente con un moño. Es lo que tiene de ese hombre, no tiene hijos de ese hombre, no tiene erotismo con ese hombre, no es deseada por ese hombre, lo que tiene es precisamente cartas de amor, palabras de amor escritas por Gide. Es así la relación hasta que en una ocasión ella entrevé un signo de amor de Gide por uno de estos chicos. No se trata simplemente de algo del erotismo, hay algo del amor.

No hay que decírselo dos veces, vuelve a su casa y quema las cartas. Se desprende de lo más valioso que obtuvo de Gide. Y era eso lo que Gide más valoraba. Gide dice que su vida se convierte en un antes y en un después a partir de ese gesto de Madeleine. No hay nada que Gide pueda comparar con lo que ha sido ese gesto, la herida de haber tirado eso que era no solamente producto literario sino que era todo su amor. Ella sin vacilar quema las cartas. Lacan lo toma como un segundo ejemplo de lo que es la posición femenina cuando pasa más allá de todo tener y que, por supuesto para no tener, para privarse del tener, hay que privarse de lo valioso. No tiene gracia entregar lo que no vale, es decir, se trata del no tener como lo más valioso.

Eso hace a toda una consideración de Lacan sobre la posición materna. Contrariamente a la posición de Freud, que encontraba en la maternidad la solución femenina al Edipo, para Lacan la maternidad está enteramente del lado de la sexualidad masculina. Eso no quiere decir que son los hombres los que tienen niños. Doy esto en el último momento del seminario para que vean lo que son las fórmulas de la sexuación. No tiene que ver con nada; son posiciones subjetivas.

Sí es cierto que los hijos son un sustituto del falo, –como lo dijo Freud y como lo verifica todos los días la clínica psicoanalítica–, toda la preocupación de la mujer por tener hijos, por cuidar a los hijos, porque nada le pase a los hijos, porque sean lindos, inteligentes, triunfadores, todo eso es una estrategia de la mujer con el falo; es una estrategia de la mujer para tener el falo, mimar al falo.

Es exactamente lo mismo que la solución del caso de la mascarada del primer tiempo. Es negar la castración bajo la forma del tener, por eso los hijos se tienen: tengo hijos / no tengo hijos. Una mujer que tiene es completamente del orden del tener cuando Lacan está ubicando la posición femenina más allá del ser y más allá del tener. Por eso dice que la preocupación por tener es una preocupación masculina y habla, por ejemplo, de la burguesa que es la encargada de cuidar la bolsa como posición masculina. Es la burguesa pero es la posición masculina de la que tiene y la que entrega, la que cierra la bolsa, la que cuida la economía familiar: es posición masculina. Cuando dice que la maternidad es la posición masculina es poner patas para arriba todo, pero es verdaderamente ubicar cómo el registro del tener es siempre el registro del propietario y que el registro del propietario es siempre anudado a tener el falo, y si no es tener es serlo. Siempre es la misma lógica de cómo arreglárselas con la castración a través del falo, poniendo el falo ahí donde no hay, y que los hijos son la solución freudiana que pone el falo ahí donde no hay.

Ubica en esa mujer que mata a los hijos, o en esa mujer que quema las cartas a la verdadera mujer. ¿Quieren una verdadera mujer? Ahí la tienen, arréglenselas con ella.

Otro ejemplo que toma es el caso de "La mujer pobre", la pobre Clotilde de León Bloy que es un escritor católico, muy católico y forma parte de las últimas grandes novelas católicas; Bloy era francés, falleció a comienzos del siglo XX. A Clotilde le pasa de todo. El padre se queda sin trabajo y se va a trabajar como modelo al estudio de un pintor Eso le da una posición más acomodada en la vida pero el padre mata al pintor y ella queda otra vez en la calle. Luego tiene un hijo y se muere. El marido se muere en un incendio y ella queda como mendiga. La historia de las más terribles desgracias de Clotilde termina con ella como mendiga. Entonces a fuerza de sufrir, esta cristiana viviente y fuerte ha comprendido que no hay –sobre todo para la mujer– sino un medio para estar en contacto con Dios, y que ese medio absolutamente único es la pobreza.

Entiendan la pobreza como la promoción al límite del no tener. No la pobreza fácil, interesante y cómplice que ofrece su limosna a la hipocresía del mundo sino la pobreza difícil, irritante y es tan valiosa que es preciso socorrer sin esperanza de gloria, que no tiene nada que dar en compensación, nada que dar, ni siquiera en la vida futura. Nada hay ahí. "Hasta he comprendido –escribe León Bloy– no muy lejos ya de lo sublime que La mujer –lo escribe con mayúscula León Bloy– que La mujer no existe". Hay que suponer que Lacan lo saca de ahí, está escrito por León Bloy: La mujer no existe. Y está escrito en itálicas por el autor. La mujer, con mayúsculas, no existe verdaderamente sino a condición de hallarse sin pan, sin techo, sin amigos, sin esposo y sin hijos, y que solo así podrá obligar a su salvador a descender hasta ella.

Fíjense a dónde va a buscar Lacan cuando trata de dar la lectura del lado femenino de las fórmulas de la sexuación. Si quieren saber qué es La tachada, qué es La mujer no existe, esta es la descripción. La tachada –se dice así– La mujer no existe como toda. En su vinculación con el S de Otro tachado, es decir con Dios, la única manera es esta descripción: sin nada. Es la eliminación de todo registro del tener que la haría pasar rápidamente del lado masculino, y que es para ilustrar esa flechita del La tachado al S del Otro tachado que Lacan va a recurrir a León Bloy –la referencia está en el Seminario 20–. Si uno lee a León Bloy lo que encuentra es esta descripción de la mujer: solo existe en la pobreza. Una pobreza que no promete nada, ni siquiera: la ayudo porque así gano la vida eterna. No, es una pobreza que no promete nada, ni siquiera una recompensa divina; es sin nada.

Recomendación: mejor interesarse por el falo.

Hay también la famosa historia de que Tiresias descendido al infierno vuelve y dice que ha descubierto que el goce de las mujeres es nueve veces mayor que el goce de los hombres. Ser nueve veces mayor no quiere decir que es nueve veces mejor. Es esto, el goce que se puede extraer de esto.

Cada cual es libre de ubicarse donde quiera del lado de las fórmulas pero no hay ninguna exaltación de eso. Usted quiere un goce nueve meses, nueve veces…–¡no tengo que decir nada más!– (risas) Es o nueve veces o nueve meses, es uno de dos, y si se quiere un goce nueve veces mayor ahí está esta posición; ni mejor ni peor, pero hay que saber lo que supone una vida donde el lazo sea completamente del lado… de un lado tenemos al cínico: Diógenes masturbándose en su barril, del otro lado tenemos a Clotilde, y en el medio todos los encuentros por más fallidos que sean.

Notas

* Extracto del seminario "La clínica de la sexuación" dictado en Lima el 19 y 20 de octubre de 2002.

  1. [N. de E.] "Así el universal de lo que ellas desean es locura: todas las mujeres están locas, como se dice. Es incluso por eso por lo que no son todas, es decir, no locas-del-todo / no para-nada-locas [pas folles-du-tout], acomodaticias más bien; hasta el punto de que no hay límites a las concesiones que cada una hace para un hombre: de su cuerpo, de su alma, de sus bienes". Lacan, J., "Televisión", Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 566.
NEL - Nueva Escuela Lacaniana