Todavía saboreando el gusto de las VIII Jornadas de la NEL, desde el Boletín Eva-Lilith difundimos para ustedes los textos de las mesas de Arte, de lo Femenino hoy y del Cartel. Que disfruten!
El autismo del goce vs. Los fenómenos de masa*
José Fernando Velásquez, Antonio Aguirre, Giancarla Antezana, Tania Aramburo, Raúl Castañeda-Cerezo, Beatriz García, Mercedes Iglesias, Diego Tirado
Los fenómenos de masa al igual que la mujer, se desdoblan. Tenemos por un lado fenómenos de masa en relación con el líder, armados bajo la identificación al caudillo, los cuales siguen el modelo freudiano planteado en Psicología de masas y análisis del Yo (1921); en ellos la orientación se logra por la regulación fálica, y los modelos son, el ejército y la iglesia. Por otro lado encontramos fenómenos de masa que tachan al Otro, cuestionan la ley e implican la lógica del no-todo, con manifestaciones que permiten pensar en las formas múltiples del goce femenino. Este segundo tipo de masas no responden al modelo freudiano.
Podemos decir entonces que a la par de la existencia de masas que se organizan y regulan hacia un ordenamiento bajo la égida del Amo, se da la emergencia de una multiplicidad de pequeños movimientos de masa, los que surgen a partir de lo que Laurent llama identificaciones débiles, los cuales son transitorios y efímeros, pero realizan en acto, un agujereamiento del sistema simbólico en el que aparecen.
Sin embargo, creemos que existe otra tensión además de la señalada. En este otro contrapunto tendríamos por un lado, la caída del padre hasta suponer su decadencia y anulación; y, por el otro, la contrapartida que conlleva esta caída, donde encontramos signos de su retorno en lo real, en los plurales del Nombre-del-Padre. De este modo: "El siglo que comienza con los atentados de Nueva York quedará marcado por el sello del espanto"[1]. Esta dimensión señala el nacimiento de lo que Laurent llama: "la nueva cruz gamada del siglo XXI"[2]: la radicalización de los fundamentalismos, los fanáticos de la muerte, las pandillas de sacerdotes ascéticos que se esfuerzan por conducir a la masa a la guerra y al sacrificio para el goce de un Dios oscuro. Son las guerras de los síntomas, como lo nombra Lacan en la Introducción a la edición alemana de los Escritos[3], y hay que ver la pasión que se pone en ellas, para no hablar del gusto y el goce en la destrucción. Esta última dimensión que podemos reconocer fácilmente en facciones del Islamismo, es la más radical, pero también encontramos una especie de religión (quizás no tan mortífera) en muchos movimientos de líderes latinoamericanos.
Miller[4] argumenta que la hipermodernidad, carente de los apoyos simbólicos relacionados con el Nombre-del-Padre tal como los concibió la modernidad, ofrece un panorama infinito de masas agrupadas en torno al objeto (a) y a sus diversas maneras de mostrarse. En estos casos puede decirse que comanda un goce orientado por lo femenino, que parece sostener algunos de los fundamentalismos actuales.
Nos ha llamado la atención el surgimiento de movimientos de masas efímeros de todo tipo, por ejemplo aquellos ligados a situaciones políticas o sociales transitorias como el movimiento de los indignados, la Primavera Árabe, los acontecimientos de Ucrania así como las manifestaciones y guarimbas que se han presentado en Venezuela o en Brasil. Estos fenómenos carecen de un concepto orientador claro y de una ideología determinada que no fuera una reacción contra una cierta hegemonía dominante. Se constituyen como evento de masa en el cual muchos individuos en determinado momento se unen por una convocatoria dada en los medios virtuales. Encontramos en ellos efectos políticos reales.
También ubicamos las 'micromasas' que se manifiestan en algunas redes sociales la cuales son fácilmente adoptadas por los adolescentes, como los grupos fanáticos de algún personaje del espectáculo, un equipo de futbol; y agrupamientos transitorios que tienen la violencia como modo de expresión: formas de linchamiento, segregación, o de defensa de la territorialidad. Por las redes se convoca a participar en comunidades que se denominan "las maras sin control", "los chicos sin miedo", "los caníbales".
De igual manera sucede con las masas de consumidores que ayunan a las puertas de las tiendas electrónicas esperando la puesta en venta del último i-pad, play-station, o cualquier gadget que ofrece el mercado. Se trata de objetos costume-made, siempre actualizables que ofrecen la satisfacción inmediata, gozar sin mediación del Otro, sin que lo heterogéneo se presentifique y angustie.
Entre adolescentes son típicos los grupos que se conectan a los juegos por red, las conversaciones que privilegian el medio virtual. Son millares quienes están conectados por redes sociales como facebook y WhatsAp los seguidores de cuentas de Twitter. En algunos restaurantes se hace ya límite a esto: "Al entrar por favor apague su celular para que podamos conversar".
Es llamativo como el cuerpo se anima como punto de identificación de estas micromasas: fisicoculturistas, anoréxicos, body-health, a-sexuales, tatuados, adictos a tal o cual sustancia, etc. Es interesante señalar cómo en la actualidad diversas manifestaciones artísticas contemporáneas toman como principal medio de expresión la intervención sobre el cuerpo del propio artista.
En estas masas amorfas, abiertas, cambiantes, parece manifestarse tres características adicionales a aquella subrayada por J. A. Miller sobre el objeto a. 1) Un goce no-todo es tratado por vías alternas a las del significante que remite a otro significante, pero que hacen uso de él solo para nominarse. 2) En estas manifestaciones, el capricho opera como imperativo superyoico de goce, que se dirige a un imposible de negativizar, aunque en apariencia se presente bajo el efecto de la vivificación. Y 3) el común denominador de todos estos fenómenos de masa sería: aun compartiendo, cada uno está con su soledad. En estas manifestaciones parecería que estamos en presencia de 'hablenteseres' donde el Otro está al margen. No existe un consentimiento a la implicación con el Otro, como sucede en el autismo. Este goce se muestra cada vez más resistente al lazo social y al sentido.
Si bien es cierto que el goce femenino se caracteriza por no amoldarse en la horma fálica, y se adjetiva como exceso, sin límite, no-todo, evanescente, también se puede decir que lo femenino implica multiplicidad, apertura, ruptura, partición, invención. Silvia Salman postula una doble perspectiva del No-todo[5] que permite pensar dos horizontes de lo femenino: Por un lado, lo ilimitado, lo desmedido, la "aspiración a lo femenino" o "feminización del mundo", ligado a las manifestaciones del goce sin medida, a los "excesos" que caracterizan la época actual. Y por otro lado, está lo femenino, que tiene una gran implicación en el sinthome, es decir, con un "saber arreglárselas con".
Así es que la fórmula "feminización del mundo" no puede entenderse como la idea de reconfiguración de la política y función de los sexos, sino la de una modificación de la lógica del Otro social, un pasaje de la lógica del todo y la excepción, a la lógica del no-todo, y en ese no-todo es que caben estas manifestaciones sociales variadas, múltiples, versátiles, episódicas, contestatarias, etc., como una forma de hacer inexistente, de tachar al Otro que funda el conjunto y que se presenta como garante de la ley.
Podría decirse que lo femenino en sus diversas manifestaciones participa ahora de un modo más activo en el moldeamiento de la subjetividad, que no solo ha hecho su aparición para mostrar su participación y su importancia en lo social, aprovechando su nueva ubicación social, desde donde lo público no es solo masculino y lo privado no tiene que ver más con lo femenino. Lo femenino asume también otra vertiente que acude y encarna el semblante que viene al lugar de la falta de relación sexual. Miquel Bassols nos dice: "El hecho que este semblante tome cada vez más el rasgo de lo femenino implica, en efecto, una feminización generalizada en la medida que se desliga de la función paterna" (Bassols, 2014).
Frente a esta presencia de lo femenino en el lazo social la primera respuesta es el espanto. Por ejemplo el Estado ante ello no tiene modo de ubicarse. Por un lado consiente con la lógica del mercado y en este sentido aprueba todo estos fenómenos de masas que se aglutinan en torno al consumo. No aprueba sin embargo, cuando este goce sin sentido, sin identificación, cuestiona su propia existencia. En este caso como sostiene Agamben la reacción de cualquier Estado, antes o después, es responder con los carros blindados, como en Tiananmen.
Bibliografía:
Nota: se citan los títulos más comentados en las discusiones del grupo
Notas:
** Trabajo expuesto en las VIII Jornadas de la NEL
Comisión Editorial Boletín Eva-Lilith
COMISION EPISTÉMICA
María Hortensia Cárdenas, Jimena Contreras, Elida Ganoza, Johnny Gavlovski, Marita Hamann, Clara María Holguín, Fernando Schutt, José Fernando Velásquez
DIFUSIÓN
Raquel Cors Ulloa